Acabo de llegar a casa de merendar un durum de pollo y por el Amor de Dios, que pestazo hago a kebab!
Hace tres tardes que tengo antojo de durum de pollo y como no, he ido a comerme uno y me he dado cuenta de que independientemente del alientako que te queda al comertelo, estando menos de seis minutos en un sitio donde hacen kebabs implica salir de allí con olor a kebab hasta en las bragas. De verdad. La chaqueta, la bufanda... ¡y el pelo!
Parece que hayas estado ahí rebozandote con el rulo de carne toda la tarde. Y quieras o no, olerme a kebab hoy ya me ha dado un poquito de asco. Me he acordado del grupo de Facebook que me hizo tanta risa cuando lo descubrí: Tu amiga va de guapa pero huele a kebab.
En fin, me apetecía contar mi experiencia "Eau de Kebab".
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