domingo, 20 de febrero de 2011

Juancho.

Ella es Juancho. La iguana más farruka y chulita del Planeta Tierra.

Cuando la compramos era como una pequeña lagartijita histérica y mirarla ahora, se ha convertido en un reptil hecho y derecho.



Mide medio metro y su comida favorita es la col y los treboles. Pero como todo habitante de mi casa, adora la comida y tiene un poco de sobrepeso, así que desde hace unas semanas está haciendo dieta. Llegó a tener el tamaño de un salchichón de unos 10 centímetros de diámetro (lo juro, no miento).

Le encanta tumbarse en su mantita eléctrica y hacerse pipi y caca en su piscinita.
Es muy exquisita ella.

Pero Juancho tiene un problema. No sabe lo que es el amor. Es una iguana muy digna y no deja que se le de cariño. Creo que ya hace un año que nadie la acaricia.

Su última experiencia con el contacto humano fue cuando se nos ocurrió comprarle una pijada: un arnés de color lila para sacarla a pasear a la calle. ¿Qué pasó? Pues que se puso como un monstruo. Dándo coletazos a diestro y siniestro, arañando y pegando bocados a todo el que se le acercaba. De la mala hostia que le entró se puso negra.

Pero bueno, aunque ella nos odie a muerte, nosotros seguimos queriéndola.

Si alguien la quiere conocer, se la presento.

got milk?



A veces me doy cuenta de lo pueblerina que soy cuando flipo en colores al ver una máquina expendedora de leche natural, yogures y quesos.




vice dunkin donuts


Tengo el vicio de regalar cajas de donuts. No lo puedo remediar...

miércoles, 16 de febrero de 2011

Good shit



Sábado 12 de marzo en Apolo...

Adoro las ardillas.


Y si están así de desquiciadas, mucho más.

¡Me encanta gruñir!

Érase una vez...

Érase una vez el taxista más bajito de la ciudad.



Era tan bajito, tan bajito que para que le llegasen las piernecitas a los pedales iba pegado (literalmente) al volante.

Eso si, que no os de penita porque era una maquina de matar. No se cargo a un ciclista y a un motorista porque Dios no quiso.

Y como Dios no quiso, el taxista decidió insultarles hasta desearles la muerte.

Colorín colorado, este minicuento se ha acabado.